Dentro de la astronomía profesional actualmente se consideran “pequeños” todos aquellos telescopios con diámetros de hasta dos metros. Se trata de instrumentos que, en el fondo, no son tan “pequeños”, pero lo son en comparación con los telescopios más grandes que existen o que existirán. En particular con el E-ELT, actualmente en construcción en el norte de Chile, cuyo espejo principal tendrá un diámetro de 39 metros.
Se podría pensar que, disponiendo de un telescopio de esa magnitud, el más grande jamás construido, todo el resto se vuelva de escaso interés. Sin embargo, existen muchas razones para seguir utilizando y promoviendo telescopios más chicos. Veamos algunas de ellas.
No hay duda de que existen preguntas científicas que solo pueden ser abordadas observando fuentes muy tenues y remotas con instrumentos gigantes. No obstante, hay tantas otras dudas para las que instrumentos más pequeños pueden ser mucho más efectivos, gracias al menor costo y su mayor disponibilidad de tiempo de observación. Por ejemplo, el estudio de la actividad estelar, fenómeno que podemos estudiar con detalles en el Sol, pero mucho menos en estrellas más lejanas, lo que incluye la presencia y evolución de manchas estelares, eyecciones, tormentas y flares. Todos ellos, eventos que requieren de un monitoreo extendido en el tiempo para ser estudiados y comprendidos.
Existen también investigaciones en las que los telescopios pequeños resultan complementarios a los más grandes, porque permiten optimizar y hacer más eficiente el uso de estos últimos. El estudio de los exoplanetas es posiblemente el caso más emblemático en el que se ha avanzado en los últimos años gracias a la sinergia entre observaciones desde el espacio y desde la tierra realizadas con una gran variedad de instrumentos. Para el futuro se espera que el ELT permita estudiar en detalle exoplanetas parecidos a nuestra tierra, que serán eventualmente identificados previamente por medio de las observaciones realizadas con otros telescopios.
Los telescopios pequeños son indispensables también para la formación de nuevos científicos, astrónomos, ingenieros y/o técnicos. Son una herramienta imprescindible en el desarrollo y prototipado de nuevas tecnologías que eventualmente se podrán escalar hacia aplicaciones más ambiciosas.
Se trata de un ámbito en que Chile tiene enormes oportunidades por la calidad de su cielo y por la presencia de muchos telescopios instalados en el pasado, pertenecientes a distintas instituciones extranjeras, las que representan un gran valor. En el Centro UC de Astro Ingeniería, laboratorio que integra el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines – CATA, nos hemos dedicado a la recuperación de algunos de ellos, que habían caído en desuso en los últimos años.
Gracias a la extraordinaria calidad del cielo, las universidades nacionales pueden contar con observatorios docentes equipados con telescopios pequeños que generan una auténtica envidia incluso en las mejores universidades del mundo. Así me lo han manifestado colegas participantes en una conferencia internacional sobre telescopios pequeños a la que asistí recientemente: una gran valoración del privilegio de trabajar bajo el cielo chileno y un genuino deseo de establecer lazos de colaboración con nosotros.
Por último, un pequeño telescopio puede ser una herramienta invaluable para cada uno de nosotros, y no me refiero a los astrónomos, sino que, a todos los habitantes del país, los chilenos, las chilenas, niños, jóvenes y adultos, para observar con nuestros propios ojos las maravillas del Universo. Todos somos posibles observadores. Existen en el mercado modelos al alcance de todos los bolsillos que ofrecen la posibilidad de observar los cráteres de la luna, Júpiter, Saturno, Marte, y otros astros, dependiendo del poder del instrumento empleado. Todos se pueden dedicar a esta actividad tan enriquecedora que es la observación del cielo. Yo pedí de regalo un telescopio de 10 cm de diámetro para mis 15 años de edad y hasta el día de hoy sigo emocionándome con lo que un instrumento así permite ver. Por supuesto, lo ideal es hacerlo sin el estorbo de la contaminación lumínica.
Imaginemos que todos los colegios de Chile, o muchos de ellos, puedan tener un pequeño telescopio y armar su propio observatorio astronómico, realizar actividades de docencia y también abrir sus puertas a los vecinos, organizando periódicamente noches astronómicas o, como se dice en inglés, “star parties”. Con un pequeño telescopio es, incluso, posible participar en proyectos de ciencia ciudadana aportando datos a la investigación de fenómenos interesantes. La astronomía es una ciencia muy accesible, porque el cielo está allí, es de todos y todos pueden conocerlo, disfrutarlo y aportar a protegerlo, más aún, los afortunados habitantes del país de la astronomía. La invitación está abierta.
Referencia
Leonardo Vanzi (s.f) Telescopios pequeños, una oportunidad para Chile
https://comentarista.emol.com/1214131/31328324/Leonardo-Vanzi.html